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A mí no me mires:

Velos

Velos Salomé no quería bailar desnuda ante Herodes
y eligió la danza de los siete velos.
Así fué como lo fascinó,
hasta el punto de darle como regalo
la cabeza de San Juan Bautista.
No hay nada más insinuante
que el velo del misterio.
La obviedad es la hermana del desengaño
Desnuda ante tí,
siempre queda el interrogante
de que si lo que soy,
ahora que no hay nada que ocultar,
es realmente lo que tú soñabas que fuese.
Termina el misterio, sí.
Pero no las preguntas.

2 comentarios

Anónimo -

No interrogues, criatura misteriosa: conténtate con seguir siéndolo; conque, apartado el último velo, se acreciente cuanta voluptuosidad espontáneamente inspira el misterio.

Me parece que, en Salomé, los velos no obedecían a refinamiento, sino a crueldad, porque no necesitaba de ellos.

Por cierto, Valdemar acaba de reeditar la "Salomé" de Wilde -no sé si lo había puesto en un post anterior.
Un saludo.

Lo Que Siento -

No interrogues, criatura misteriosa: conténtate con seguir siéndolo; conque, apartado el último velo, se acreciente cuanta voluptuosidad espontáneamente inspira el misterio.

Me parece que, en Salomé, los velos no obedecían a refinamiento, sino a crueldad, porque no necesitaba de ellos.

Por cierto, Valdemar acaba de reeditar la "Salomé" de Wilde -no sé si lo había puesto en un post anterior.
Un saludo.