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A mí no me mires:

In girum imus nocte et consumimur igni.

imus

        Hubo una época en que salía todas las noches. Era un impulso irrefrenable. Conocí a mucha gente, fumé, bebí, me aburrí, canté, bailé, me metí de todo y amé lo que se me puso por delante. Me lo pedía el cuerpo, si no salía, no vivía. Una noche encontré en la espalda de una novia ocasional un tatuaje con una frase en latín. Me llamó mucho la atención y aquella chica, al día siguiente me envío por email una foto. No era la primera vez que lo hacía pues ligaba mucho de esta forma. A mí, más que su espalda, me llamó la atención la frase. Es un antiguo palíndromo, frase capicúa que puede leerse igual al derecho y al revés. Los romanos la acuñaron como acertijo para definir a la antorcha. Damos vueltas en la noche para ser consumidas por el fuego. Pues sí, por entonces eso era yo, una mujer antorcha. Y salía todas las noches a dar vueltas y vueltas por la ciudad, no buscaba, como otras, un príncipe azul que me salvara del dragón, buscaba directamente al dragón, para ser devorada por el fuego de su boca. Como diría otra que se supo quemar a conciencia, Marguerite Duras: "No sabemos a donde vamos, pero no por eso dejaremos de ir". Sin embargo, lo que me llegó después de aquel tiempo desaforado no fue un incendio, sino todo lo contrario. La mujer antorcha se convirtió en una mujer témpano. Y después de mis mil y una noches en busca del fuego, solamente me quedó un amargo sabor de boca y la aterradora travesía por el desierto de la soledad. Entonces lamenté no haber saboreado sin ansia y sin prisa, aquella espalda tatuada. De haberlo hecho, tal vez hubiese aprendido lo que ahora ya sé, que el único fuego que puede renacer de sus propias cenizas no es el de la pasión sin freno, sino el de la ternura compartida, y que para ser consumidas por su fuego no hace falta salir fuera, sino internarme por esa otra noche de blanco satén que es tu cuerpo soñado. Y así voy inevitablemente, noche tras noche, dando vueltas y más vueltas alrededor de tu piel, para ser devorada por el fuego de tu cariño.

 

3 comentarios

Laura -

Me comería esa espalda. Tienes un gusto increíble...

D -

De mas esta decirte que siempre espero las noches con mucha alegria porque te puedo ver.

lanobil -

La realidad a la que me conduce tu sonrisa, es el único lugar donde no acceden mis miedos, ni mis dudas.
Bellas tus palabras.
Un saludo y espero que puedas visitarme.