No existe un momento del día
en que pueda apartarte de mi.
El mundo parece distinto
cuando no estas junto a mí.
No quiero dejarte nunca, no quiero perder tu presencia, tu aroma, tu delicia, tu palabra, tu cariño, pero tampoco puedo hacerlo. No puedo separarme de ti, te tengo en el pensamiento siempre, haga lo que haga, porque sé que si te dejo, el mundo se transforma en un monstruo cruel que me devora. Soy lo que soy porque estoy contigo, porque siempre estoy contigo.
No hay bella melodía
en que no surjas tú,
ni yo quiero escucharla
si no la escuchas tú.
Ya no sé escuchar música sin tí. Conecto el ipod y surges tú entre nuestras canciones, con el alma desnuda invitándome a entrar hasta el fondo de tu corazón. No sé escuchar música sin la certeza de que al otro lado del mundo, estás haciendo lo mismo, convocándome con la música de nuestras chicas preferidas, invitándome a salir con el alma desnuda y abierta de par en par, para que entres hasta el fondo de mi corazón. Ya no quiero escuchar música que no escuches tú, no existe otra música que la de tus labios.
Es que te has convertido
en parte de mi alma,
ya nada me consuela
si no estas tu también.
No es cuestión de cuerpos desnudos ni de orgasmos encadenados, aunque los nuestros sean los más lindos del mundo. No es cuestión de caricias, ni de arañazos, ni de besos ni de mordiscos, eso fue el prólogo de una unión mucho más fuerte, corazón con corazón, alma con alma. Y cuando te evoco con el alma en flor, amada mía, solo deseo convertirme en un trocito de ella, porque soy porque estás tú, vivo porque vives tú, sueño porque cada noche tú me sueñas.
Mas allá de tus labios,
del sol y las estrellas
contigo en la distancia,
amada mía, estoy.
Moriría por un beso de tus labios y lo sabes, Los tengo tan cerca, me los sé tanto y tan sobradamente que podría reencarnarlos a besos. Moriría por poder dibujar con mi dedo el contorno de tus labios, pero más allá de ellos, y más allá de este mundo, más allá de los cinco sentidos que marcan la distancia y encuadran la triste realidad, más allá de todo eso, en el inefable territorio de los sueños, allá donde la distancia se aproxima y lo que está lejos es lo que está más cerca, en esa utopía que hemos soñado, allí, aquí, amada mía, estoy. Esperándote, extrañándote, amándote una vez más.
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