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A mí no me mires:

Mi único amor masculino.

Mi único amor masculino. Me gusta meterme en la cama desnuda.
Cuando era pequeña, mi tía Bárbara, me trajo de Oslo un carísimo edredón noruego de autentico plumón de pato recién nacido, ligero, delicado, de poco peso y mucho abrigo.
Y me recomendó que para apreciar plenamente sus cualidades, tenía que sentir su tacto directamente en mi piel.
Desde entonces este edredón es mi seguro amante de cada noche, que solamente comparto con grandes amores y excelentes amigas.
Pocas delicias pueden igualar su suavidad, liviana y a la vez sensual, dócil y sugerente, que se adapta a cada pliegue de mi piel, y que le da el justo calor que ella necesita.
¡Cuantas veces, en noches desapacibles, me he escondido dentro de él, como si fuese una especie de utero materno, cálido y acogedor, o la cueva de los milagros, donde conseguir que todo lo malo desapareciese de mi alrededor, gracias al poder de mi deseo!
¡Y cuantas veces lo he hecho en compañía de alguna mujer muy amada, dejando mezclar nuestros sudores, en una nueva y apasionada fraternidad, mucho más firme y perenne que la del orgasmo!
Cuando llega el buen tiempo, acaricio mi edredón, le doy un beso de despedida y lo guardo en espera de los fríos que tanto me hacen amarlo.
Pero todas estas noches sigo pensando en él, y en lo mucho que añoro las maravillosas caricias invernales de mi único amor masculino.

1 comentario

Analía -

Me pareció una descripción emotiva...una mirada tierna y delicada de objetos que tantas veces ignoramos.de esas pequeñas cosas quenos hacen sentir felices...Plenas...