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A mí no me mires:

Yo

Cuerpo.

cuerpo

     Este cuerpo mío, deseado, acariciado, sugerente, es a la vez hosco, efímero y putrefacto. Este cuerpo, que excita la pasión y anima a mil locuras, es también una necia desesperación y, como no, un muestrario inacabable de todas las debilidades. Amo y odio a mi cuerpo a partes iguales, a veces sucesivamente, a veces simultáneamente. He llegado a estornudar, presa de mil alergias, en el justo momento del orgasmo, y he llorado de rabia al ser incapaz de reír en el momento más feliz, a causa de una jaqueca interminable. Cuando mi vagina exigía más placer, era cuando necesitaba una buena dosis de antibióticos. Maldito y querido cuerpo, sede de nuestro afán y de nuestra desidia, motor inagotable de nuestra irreflexiva obstinación por conquistar el mundo y a la vez rincón de malvadas mezquindades, estériles como la tierra más yerma. Agujero informe, escala celeste, paraíso e infierno, el cuerpo, nuestro cuerpo, mi cuerpo, va decayendo inexorablemente, como un imperio romano hecho carne, con la pertinaz conciencia de ser la cesarina que asistirá a su definitivo derrumbamiento. Y es la decrepitud de este cuerpo caduco, lo que más me desespera, porque quisiera alcanzar el infinito y devorarlo, pero no alcanzo a llegar a tanto, y tengo que quedarme a solas con él, precisamente a solas, porque, mire por donde mire y rece al dios que rece, resulta que solo tengo eso. Mi puñetero, achacoso y corruptible cuerpo.

Masturbación.

masturbacion

La noche estaba más negra que nunca. Llovía con desesperación y desde la cama del hospital me veía más muerta que viva. Vinieron los médicos como dráculas a sacarme sangre, a sacarme vida. Me sentía un pingajo, a punto de acabar en el cubo de la basura. Despues de hacer conmigo lo que les vino en gana, se largaron, apagaron la luz y me dejaron sola en la oscuridad, a punto de ser raptada por todos mis incansables terrores. Pero mi dedo, mi querido dedo, mi hermoso dedo, ese colegui guapo que me sabe y me conoce y me entiende como nadie me ha entendido, se rebeló contra esta conspiración de fantasmas, y acercándose a mi vagina, la tocó, la acarició, la penetró, jugó con ella, la arañó, se adueñó del adentro y del afuera, me dominó a placer y cuando me vinieron los orgasmos, uno, dos y tres, los tres de siempre, se me implantó en mi cuerpo machacado y herido de muerte, una sonrisa de vida que me duró hasta la mañana siguiente. Que por cierto lucía el sol.
La masturbación, qué remedio....
¡Qué fabuloso remedio!

Pezón.

pezon

         Tengo unos pechos pequeños y muy proporcionados a mi cuerpo, un tanto rellenito y culón. Si hubiese sido una vaca tetuda, se me hubiese notado demasiado que me faltan unos centímetros de alto y me sobran unos cuantos kilos de ancho. Estoy orgullosa de mis pechos y mis queridos amores, amigas de cama, hermanas de sexo, niñas en flor, saben que se los he dado a degustar como la más clara evidencia de mi cariño.
         Hace unos meses, de forma insidiosa y traidora, apareció por mi vida el maldito cangrejo y se aposentó debajo de un pezón. Se llevó mi entusiasmo, mis ganas de vivir, la sonrisa con la que he conquistado medio mundo femenino, la guasa un tanto andaluza que no sé por qué tengo en mis genes, y me dejó a cambio un rencor absoluto, un abandono total, una desesperación inmensa y un sinfín de agotadoras sesiones de quimio que me dejaron calva, fea, y con la sensación de que a mis treinta y no muchos años ya estaba de más en esta puta vida. 
         Llegó un momento en que me vi con un puñado de barbitúricos en una mano, y una botella de whisky en la otra. Estaba al borde del precipicio, pero mi sentido común me animó a dar un paso atrás. Tiré los barbitúricos a la basura y me bebí el whisky lenta y concienzudamente. Borrachita perdida, me prometí a mí misma ganar la batalla.
         Luché como nunca he luchado. Aprendí a ser fuerte desde mi propia debilidad. Resistí todo lo que unos y otros me estaban arrojando encima. Al final, he ganado, eso creo. El mal se ha ido, eso me dicen. No me dan seguridades, claro, pero qué hay seguro en este mundo....
         Estos meses de acoso y pelea me han dejado varias cicatrices en el alma, y una, en forma de media luna, debajo de mi pecho, justo donde hace esa arruguita que tanto le gusta a mis novias. Y aquí estoy de nuevo, volviendo a dar caña con las cosas que se me ocurran, y con unas ganas locas de recuperar tanto tiempo perdido.
         Así que ya sabes, compañera del alma, compañera, a mí no me mires.
         Mira a mi pezón, que el tío ha conseguido salvarse de la quema.

Carolina.

carolina

    Estaba delante de mis ojos, durante toda la nefasta y monótona jornada laboral, y, ciega de mí, no conseguía verla en toda su belleza, era una más, o ni siquiera eso, era solamente otro componente de mi paisaje cotidiano. Aquí, el kiosquero; aquí, el semáforo; aquí, el ascensor, la recepcionista, la mesa del trabajo, y enfrente, ella. Lo grave es que pasaron años, y cuando la destinaron a la oficina central, y a mí se me quedó como un extraño hueco en el corazón, fue entonces cuando comencé a preguntar qué me pasaba, a qué venía ese extraño e insoportable vacío, hasta que una noche, borrachita de vodka y de nostalgia, me dí cuenta de que me faltaba ella, de que la había amado con toda la pasión oculta de mi subconsciente, como algo que pertenecía a mi propio ser, y ahora no hago otra cosa que pensar en ella y cuento las horas que faltan para llamarla por teléfono con cualquier excusa, para decirle que la echo de menos y ella se ríe, mi Carolina bonita, porque piensa que voy de exagerada por la vida, que sólo pretendo actuar como una cariñosa compañera, o tal vez piensa que soy una torpe acosadora sin futuro, porque siempre fue hetero y siempre lo será. Yo qué sé, tan sólo puedo decir que estoy colgada de su sonrisa, de su vitalidad, de ese toque un poco arisco, un poco seco, pero tremendamente encantador, y le he dicho mil veces que no sé vivir sin ella, pero no me hace caso, y tal vez tenga razón en no dejarse atrapar, porque puede ser muy bien que ella conozca de sobra lo que yo estoy ahora aprendiendo con harto dolor, que el cartero puede llamar dos veces, pero el tren, el auténtico tren de cariño solamente pasa una vez. Si lo pierdes, estás kaput.

Domingo manhattan, of course.

manhattan

   Una de las normas no escritas, pero válidas para sobrevivir en estos tiempos tan calamitosos que nos ha tocado soportar, es que los domingos por la tarde, sola o acompañada, (incluso yo diría que mejor sola, porque el gustito que te deja es más guapo) hay que emborracharse a modo.
Tonta de mí, si yo ahora pretendiera enseñaros cómo hay que hacerlo, parecería que acabo de salir de un convento de ursulinas. Lo importante es que cada cual o cada cuala lo haga, porque es la única salida decente que tienen las putas tardes del domingo, cuando el final de semana se va al carajo y solamente te queda la perspectiva de un lunes en donde te van a hacer fosfatina, como sucede todos los lunes.
Dado que intento ser pedagógica y enseñar al que no sabe (aún) os añado, como el que no quiere la cosa, que cuando se te ha ido la olla y tienes poco tiempo para coger el pedo, la solución es darle al Manhattan.
¿Mande?
Ahora te lo digo, novatita mía, un manhattan es un cóctel inventado en el Manhattan Club de Nueva York por la mamá de Winston Churchill, americana de nacimiento, gran amante de la coctelería variada y de ahí salió el hijo que tuvo.
Es muy fácil de hacer. Mitad bourbon, mitad vermut rojo. Al estilo James Bond, con mucho hielo, en vaso mezclador, agitado, no revuelto. La fórmula original exige whisky canadiense, pero yo prefiero utilizar el Jack Daniel’s. Es más contundente.
Como cena te puede servir una guinda en almíbar roja, que se le añade al invento.
Si llegas tomarte dos, tendrás los sueños más guapos de lo que es capaz un puñetero domingo.
Y que Dios reparta suerte.

P.D.
Perdonad que no os haya escrito antes, bonitos y bonitas mías, pero las cosas andan bastante chungas en casa de Lorena. La culpa la tiene este cuerpo que la vida me ha dado y que está demostrando ser más chorra de lo que creía, parece ser que me va a durar poco y tengo una depre de caballo. Algún día de estos os contaré de qué va la cosa.
Un beso.

De culo.

trasero

No quisiera tener un corazón irrompible.
¡Qué aburrimiento!
El mío se ha roto mil veces en mil pedazos. No es problema, luego pego los trozos, reparo las fisuras, y sigue funcionando. Visto de cerca, mi corazoncito no está muy presentable, pero en sus heridas queda escrita mi biografía sentimental, la de una tontiloca que prefiere querer a poseer, amar a renegar, sufrir a maldecir, reirse a consumirse.
Además conociendo mi cerebrino levantisco y mi rebeldía a todo lo que es civilizadamente correcto, si no tuviera este corazón enamoradizo, hace tiempo que me hubiese convertido en una metralleta con tetas.
Es mejor así. Prefiero que me hieran a causar heridas, además, qué pesadez, es una pérdida de tiempo cerrar las manos para dar puñetazos, cuando abiertas quedan muy bien acariciando culitos.

Inevitable cumpleaños, inevitable vodka.

cumple

Cumplo años.
Lo celebro, como siempre, con amigos y amigos, familia, un buen vino, una cena agradable, y noche de copas y copas, pero en esta ocasión no me espera en la cama un cuerpo cálido y desnudo con quien llorar la resaca.
Un año más vieja, alguna arruga más, un cuerpo más débil, un organismo más chungo, una mente más lúcida y la misma rebedía en contra de lo puñeteramente rápido que pasa el tiempo y la pena por las cien mil cosas que pude hacer y no hice en estos 365 días que se me han escapado de las manos.
Cumplo años, y compruebo que los recuerdos pesan mas que ese par de kilos que he engordado en estos doce meses, y se me acumulan un montón de planes y proyectos que tengo que hacer ahora que todavía dicen que soy joven, guapa, atractiva, tengo un cuerpo de fábula, y patatín y patatán. Proyectos que sirven para que olvide aquellos irrecuperables y maravillosos 18 años, cuando me comía el mundo a brincos de felicidad, y mi novia de entonces, una treintona como yo soy ahora, me miraba con una sonrisa maternal y melancólica, como diciendo: "No veas, Lorenita, lo pronto que se termina esta primavera".
¡Bufff, coñazo de cumple! Necesito meterme otra botella de Absolut entre mis pechitos y mi espalda.

El amor me hace llorar.

No tengo remedio.

madeleine

   Madeleine Peyroux es una malvada. Además de estar como un tren, ha sacado su ultimo disco, Half the perfect world, que tendría que estar absolutamente contraindicado para atardeceres como el de este viernes, nubloso, oscuro, inevitablemente triste. El disco me extrae con delicadeza, pero sin compasión, lo más profundo de mis emociones ocultas, y las va poniendo en la mesa, fileteándolas con la precisión, la armonía y la sutileza de un cortador de sashimi, y me voy quedando embobada contemplando lo mucho que de hermoso, tierno, infantil y romanticón llevaba amontonado y escondido en el baúl de los olvidos- Con esa limpieza general que la voz de la Peyroux, ideal para decirme al oido "Cuánto te deseo", va realizando en los fondos de mi espíritu, saltan a mi memoria las numerosa ocasiones en que, por el puñetero orgullo de no descubrir mis debilidades, me he tragado de golpe las lágrimas a punto de salir, como si fueran chupitos de Absolut. Madeleine continúa cantando y decido que la próxima vez que tenga ganas de llorar, lo haré aunque sea en mitad de una película de los hermanos Marx, porque no se pueden meter los sentimientos dentro de un cofre, guardarlos bajo siete llaves y olvidarlas después, a mil leguas de una oficina de objetos perdidos. Así que cuando suena el tema de mi querido Serge Gainsbourg, el único hombre que me volvió loca, La Javanaise, una refinadísima balada que Madeleine interpreta con esa forma de hablar francés que tienen al otro lado del charco, una piensa que es hora de ponerse de pie, frente al ventanal empapado de lluvia, y llorar, llorar, hasta que la lluvia de mis ojos se confunda con la de los cristales.

Me he enamorado irresistiblemente de Madeleine.
Es lo que más me pone, un amor imposible.


¿Orgullo?

orgullo gay

Se supone que hoy, miércoles 28 de junio de 2006, día del orgullo gay y patatín y patatán, tendría que sentirme orgullosa, pero esta mañana me he levantado chunga, y no tengo el más mínimo deseo de sacar mis intimidades sexuales a pasear.
Ahora que lo pienso, nunca me he sentido orgullosa de ser lesbiana.
Y si me obligan a precisar, la verdad es que nunca me he sentido orgullosa de nada.
(Me parece una colosal pérdida de tiempo eso del orgullo.
Pero en fin cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas)
Orgullosa, no
Pero satisfecha con ser como soy, lo estoy siempre.
Cada segundo de mi vida, que es exactamente cada segundo que pienso en ti.

Envidia cochina.

Claudia y Merce 
Claudia y Merçé son dos amigas muy amigas que me quieren un poco,
pero hasta aquí hemos llegado,
o sea que no hay forma de que me incluyan en su relación,
como tercera en concordia, claro.
Ellas se bastan y se sobran, se acaparan, se miman, y se devoran,
y mejor que no siga pormenorizando, porque una no es de piedra.
Lo que son las cosas, llevaba una semana absolutamente "klimt",
topándome con sus excitantes cuadros aquí y allá,
cuando recibo e-mail de la parejita feliz,
donde me explican, con más pelos que señales, la semana de ocio y placer
que se están pegando en el París de la Francia.
Resulta que se toparon con uno de sus bocetos en un museo,
y como conocen mi furia loca por lo que pintó el amigo Gustav,
inmediatamente fueron a su hotel y me lo reprodujeron en vivo,
sola y exclusivamente para darme envidia, las muy perras.
Las quiero demasiado para abjurar de ellas,
pero la verdad, esto no se le hace a una amiga necesitada,
sobre todo sabiendo como saben que llevo un mes sola, fané y descangallá.

Habrá que soltarse el pelo, digo yo.

Reflexiones pelín cínicas

ante un futuro miajilla oscuro.

sueldo máximo

Estoy hasta las narices de ganar mil euros al mes.
Estoy hasta el moño de no salir de pobre.
Estoy hasta semejante parte de no prosperar,
por más méritos que una haga en el trabajo.
Pero, chica, sé realista, tal y como está el patio laboral,
y mientras no se me caigan las tetas,
sólo tengo tres opciones:

-Enrollarme con un famosillo
y vender caras mis peripecias en la tele del tomate.

-Enrollarme con un millonario
y sacarle después una pasta con la pensión de divorcio.

-Enrollarme con cualquier pagano ansioso (hay la tira)
y convertirme en puta de lujo.


Lo cual quiere decir que la culpa de toda esta misería mía,
la tiene también ese afán tan mío
por seguir disfrutando de los plácidos placeres
que me proporciona mi agradable galaxia lesbianita.

¡Joder!
(Y nunca mejor dicho)
¡Qué complicado es esto de la financiación!
No me extraña que discutan tanto el estatut.

Doce meses,

seis cosas,

una isla ,

y yo.

<center>Doce meses,<br><br>seis cosas,<br><br> una isla ,<br><br>y yo. Hipótesis:
Me envían un año sabático a una isla desierta.
Problemas de equipaje.
Solo me permiten llevarme
un libro,
un disco,
una película,
un poster,
un juego
y un recuerdo.


Yo me llevaría,
A la recherche du temps perdu del inefable Proust
La Boheme del irresistible Puccini.
El paciente inglés del inquebrantable Anthony Minghella
Cualquier poster donde estuviera dentro la indiscutible Charlize Theron
El indomable juego del ajedrez,
Y como recuerdo:
La primera noche que soñé contigo.
(Pase el tiempo que pase y esté donde esté, ese recuerdo nunca me abandonará)


Queridos, queridas:
¿Os animáis a participar con vuestras respuestas?
Me encantaría.
Así os conocería mejor.
Y os estimaría un poco más aún si cabe.

De kilos y kulos.

Parte de guerra:

<center>De kilos y kulos. <br> <br>Parte de guerra: Después de año y medio sin fumar,
y tras una larga campaña de ayuno y abstinencia
con la que me he demostrado a mí misma
que tengo una fuerza de voluntad que pa qué,
he conseguido quitarme de encima
los diez kilos que engordé,
¡Diez, pardiez!

al dejar de meterme nicotina en mi cuerpo serrano.
Con lo bajita que soy, llegué a tener un Kulo Kamión.
Ahora he recuperado mi kulito furgoneta de toda la vida.

(Se agradecen comentarios de ánimo, besitos, y demás mimos)

Lo bueno, no solo mata o engorda.
Además, se acaba.

Lo bueno, no solo mata o engorda.<br> Además, se acaba. Después de unas vacaciones tan guapas,
llego a casa y todo me parece feo.
Odio septiembre.
Espero que la resaca del verano se termine pronto
y vuelva a acostumbrame al hecho indiscutible
de que he nacido para currar y currar.
Me fastidia, pero es así.
El mundo está mal hecho.
Los que tienen pasta no saben gastarla,
y las que sabemos gastarla no tenemos ni un euro.
Claro que, bien pensado, está bien que sea así.
Si yo tuviera mucho dinero, daría muchísima envidia.
Ya la doy sin tenerlo, con que imagina.
O sea, que a seguir dando vueltas a la noria como burras,
para sacar oro líquido a cambio de una basurilla de sueldo,
pues, desgraciadamente, eso es lo nuestro.
Pero no se me olvidarán las vacaciones tan maravillosas
que me ha regalado mi tio-cuñado Julio.
(Fue novio de mi tía y más tarde de mi hermana)
Gracias, Julio, por esta gira
artística, gastronómica y sentimental.
Dos días más, y me enamoro de ti.

Un vino para quienes no somos
ni lo uno ni lo otro.

Un vino para quienes no somos<br> ni lo uno ni lo otro. Julio, que tiene un corazoncito jerezano, me lleva a una de esas inmensas, históricas y viejísimas bodegas de Jerez, donde además del aroma del vino se respira señorío. A la hora de la cata, un vino me llama poderosamente la atención.
Es un “palo cortado”
Y yo, que no me corto, pregunto por qué se llama así.
Julio me responde:
El vino es un ser vivo. Nace, se desarrolla, agoniza y muere. Cuando aún está por criar, manifiesta una querencia. Si va para vino fino, en la barrica se marca con tiza un línea vertical, un palo. Si en vez de fino, el vino tiene tendencia a convertirse en un oloroso, más denso, compacto y aromático, entonces se marcan dos palos.
Y yo, que sigo sin cortarme, interrumpo.
Muy simplista veo yo este asunto. No todo en la vida es blanco o negro, malo o bueno, carne o pescado, oloroso o fino. Y tú lo sabes muy bien.
Julio, entre sonrisas, termina su explicación.
Ahí está el detalle. Algún año salen vinos bastante especiales. Vinos que no serán ni finos, ni olorosos, que tendrán las cualidades de los dos, pero manteniendo su propia personalidad. Entonces se marca la barrica con un palo vertical, tachado con otro horizontal. Y de ahí el nombre: Palo Cortado. Se suele decir que este vino no se produce, sino que sucede. Es un vino diferente, excepcional, y sobre todo, muy raro.

Ahora me explico mi querencia por este vino con querencia.
Porque es raro, raro, raro.
Como yo.

Pontevedra moja.

Pontevedra moja. Hay un refrán gallego que dice:
“Vigo trabaja, Pontevedra duerme, Santiago reza y La Coruña se divierte”.
El refrán es cruel, porque olvida completamente a Lugo y Orense, y además es falso, porque Santiago, con la capitalidad se ha llenado de funcionarios que hacen más que rezar, aunque de los rezos y de la mística jacobea, la ciudad siga haciendo su agosto, en La Coruña ahora hay un montón de empresas currando que no siempre se divierten, en Vigo tampoco hay tanto trabajo, porque la crisis ha dejado a demasiada gente con los lunes al sol, y Pontevedra, bueno, de dormida, más bien poco.
Llegamos a Pontevedra y en el hotel nos cuentan que están en fiestas. Julio me invita a tomar unos pinchos y yo, siempre tan inoportuna, me pongo un minivestido ajustado blanco que estoy para comerme.
Lo de inoportuna, no lo digo por Julio, que conmigo va de casto castísimo, sino porque, una vez en la calle, me veo rodeada de pontevedrinos y pontevedrinas, con marcha a tope y unas pistolas de agua llenas de tintorro. Yo quería preguntar a santo de qué estas batallitas, pero la moda del lugar es disparar primero, responder después. Y cuando estoy hecha un pingo, con Julio partido de risa, me entero que son las fiestas de la Peregrina.
¡Menuda forma de dormir que tiene la puñetera Pontevedra!

Por cierto, una delicia de anacronismo hagiográfico. Resulta que La Peregrina es una Virgen que lleva el hábito de peregrina del Camino de Santiago. O sea, que para que eso fuese cierto, la Madre de Jesús tendría que pegarse el palizón de resucitar en el año mil, que es cuando se inició la ruta jacobea, y encima para venerar a un santo que está por debajo de ella en el escalafón.
Fastuoso.
Es como si Dios se hubiese hecho devoto de San Benitiño de Lérez.