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A mí no me mires:

Narciso

Narciso Los reyes y nobles de antaño,
para no contaminar su sangre azul,
se casaban entre ellos,
y tanto matrimonio entre parientes
acababa empeorando la raza.
Algo parecido está pasando aquí.
La sociedad de lo políticamente correcto
nos azuza a un narcisismo absoluto,
a cerrar puertas y ventanas,
a crear más fronteras,
a convertir el ego en un dios adorable.
No profundizamos en los demás,
porque igual nos complican la vida.
Giramos como peonzas alrededor de nosotros,
y claro, al final acabamos ebrios y vacíos.
Nos miramos en miles de espejos
pero nunca en aquel que nos devuelve
nuestra imagen más exacta y precisa,
que es precisamente la mirada del Otro.
El Otro que nos acepta, o que nos odia,
pero que siempre nos retrata como somos.

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