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A mí no me mires:

Cosas en las que creer.

Y no.

Cosas en las que creer. <br><center><br> Y no.</center> Intento no caer en confusiones,
porque luego pasa lo que pasa.
Así que no suelo llamar amor a lo que es pasión,
ni costumbre a lo que otros llaman afecto.
Tampoco llamo religión al miedo,
ni progreso a la ambición.

Procuro sacar de mi vocabulario cotidiano los eufemismos,
porque igual algunos se los creen y te perdonan la vida.
Por eso no acostumbro a llamar políticos a los manipuladores,
ni santos a los fanáticos.

Me dan yuyu esas grandes palabras altisonantes
que hinchan el orgullo y secan el corazón.
Y no hago ni puñetero caso a eso que muchos llaman ideales,
y que son volutas de humo envueltas en papel de regalo.

Como paso olímpicamente de ese tipo de credos,
dedico mi capacidad de fe, que es mucha,
a creer en
la boca que me sonríe y me besa,
la mano que me calma y me acaricia,
la pataleta de la vida,
la armonía de la música,
un trozo de poesía,
un rayo de sol,
una copa de vino,
un poquito de droga.
Y un muchito de sexo.

1 comentario

claudio -

Esos sí que son ideales...
:)