Blogia
A mí no me mires:

Pasión de solsticio.

 solsticio
Conozco a Sandra en la noche más breve y mágica del año y descubro en ella la incontenible hoguera de un deseo feliz, donde a cada beso, húmedo, goloso, con sabor a fresa, le sucedía un gemido, y una mirada sonriente y agradecida. Su cuerpo exhibe una sugestiva fragilidad, su piel se muestra con una suavidad infinita, y se ofrece sin reservas a la caricia delicada, pues más presión rompería el exquisito jarrón de porcelana de un liviano organismo proclive al descontrol. Ella no requiere largos preámbulos ni larguísimos cortejos. Mi primer abrazo desencadena un proceso, que pudo llegar al desvanecimiento de un orgasmo súbito, si no lo hubiese alargado con pausas de algodón, donde su sonrisa de ángel me elevó mil veces a la antesala del placer. Sandra, Sandra, Sandra, pequeña flor de invernadero, caricia imposible, lujuria de virgen, locura de un sueño soñado dentro de otro sueño, en una hechicera noche de verano.

Y al día siguiente, en el esplendor de Sitges,
ni ella, ni su admirado Woody, podían con el sol del día más largo del año.

2 comentarios

Stuffen -

¿Y la historia continua?¿O ahi quedó todo?
Saluditos y buen inicio de semana.

qubic -

ñejejej
casi casi te sale Corin Tellado.

"pausas de algodon"...lindo