Fiebres.
Anoche pasó por mi cuerpo una apisonadora y llevo 24 horas completamente chafada. Dicen que se llama gripe, pero yo no concibo esa razón. Tengo naúseas hasta en el pensamiento y siento una debilidad extrema, escribir esto me parece tan fatigoso, como hacer saltos de altura con la pata coja. Me he quedado en cama todo el día y lo he dormido todo. No puedo comer, no puedo beber, no puedo pasear, me mareo al sentarme, en fin, como el cuerpo se ha rendido incondicionalmente, esta gripe feroz me ha convertido en un espíritu puro. Si intentara detallar ahora las veces que he soñado contigo, nos darían las uvas, si describiera las numerosas formas, modos, situaciones y posturas con las que te he hecho el amor en mis sueños febriles, clausurarían este blog por libidinoso. Cierro los ojos, y el supremo cansancio de mi cuerpo se queda corto ante el agotamiento de mi imaginación, que no ha dejado nada sin hacer dentro de tí. Voy a ver si consigo aliviar las dos fiebres que consumen, la de la gripe y la del cariño, para volver a dar cuatro pasos sin caerme al suelo. O eso, o me tomo un somnífero para seguir raptada por tu pasión. |
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