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A mí no me mires:

Rubor.

rubor

         Te ofrezco la novedad de lo previsible y la sorpresa de lo obvio. Con una caricia te sabes de memoria mi corazón y uno sólo de tus besos es capaz de desvelar todos mis secretos. ¿Para que escribirte lo que ya conoces? Te lo vuelven a decir una y otra vez mis ojos, mi sonrisa, la disponibilidad de mi cuerpo, mi oculta determinación de sufrir para gozar, de someterme para dominar, de mancharme para purificarme, de sumergirme en el fango, para volar mejor hasta la cúspide. En medio del fragor de la batalla, cuando el sexo se convierte en una pasión caníbal, una mirada tuya me devuelve  la inocencia de una fantasía, donde la ternura de los recuerdos supera al placer del más intenso orgasmo. Soy ángel y demonio, diosa y prostituta, y cada noche,  me convierto en tu dulce furia, tu cariño febril, tu sensata locura, tu libro abierto, tu canción de siempre, tu mar navegado, tu lección aprendida, tu horizonte cercano,  y vuelvo a repetirme entre contradicciones y a contradecirme entre repeticiones, en una desbordante orgía de palabras, para acentuar el rubor de tu silencio.

1 comentario

Laura -

Prefiero la orgia de tus palabras.
No me gusta el silencio, ni siquiera con rubor.