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A mí no me mires:

Bye.

cadiz bye

      Fernando Villalón, un poeta excesivo de principios del siglo pasado, ganadero de reses bravas en sus ratos libres, que se arruinó en su desmedido afán de lograr mediante cruces un toro de lidia de ojos verdes, dejó para el recuerdo una frase que ha hecho historia. "El mundo se divide en dos partes, Sevilla y Cádiz". Evidentemente, el poeta ganadero fue un exagerado, habría que corregir su querencia de tierra adentro y afirmar, con más exactitud, que el mundo sí, se divide en dos partes. Cádiz y todo lo demás.
      Para curarme de un rechazo sentimental y de no haber sido aceptada ni siquiera en la humilde condición de gata suplente, acepté un trabajo que consistía en redactar chorraditas dispersas en un simposio ecológico sobre desarrollo sostenible en la ciudad de Cádiz. Necesitaba algo para sostenerme y pensé que un fin de semana en la Tacita de Plata, con todos los gastos pagados, mas unas dietas que me permitirían el lujo de unos langostinitos para mí sola, era de lo mejorcito que me podría suceder. Nada mejor que Cádiz para ayudarme a olvidar la obsesión de ocupar inexistentes lados vacíos de una cama más lejana que nunca. Hecho. Y regresé al Cádiz de mis recuerdos, al Cádiz de mis amores, al Cádiz del alma mía, y me reencontré con las calles que recorrí entre rosas y risas, en increíbles carnavales donde cualquier tipo de amor podría hacerse ostensible sin escandalizar a nadie. Y volví a degustar el arte puro de una manzanilla en el Manteca, la delicada maravilla de unas tortillas de camarones en el Faro, el jaleo popular de la plazas del mercado y los bares que rodean al Merodio, y ese Cádiz que como cantaba mi adorado Carlos Cano, es hermano gemelo de la Habana. La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es la Habana con más salero. Y embarqué en el vaporcito del Puerto para regresar a la primera infancia, cuando estudiaba en aquel colegio de aquella plaza donde habían sido alumnos Alberti y Juan Ramón, me embebí en aquellas calles pletóricas de bodegas donde el perfume de las soleras me evocaba un pasado adolescente de faldas escocesas y calcetines blancos y sueños eróticos por el bordado de los sostenes que se imaginaban debajo de las blusas. Y ya de vuelta me tendí en la hamaca del hotel Atlántico, el famoso Parador, para admirar cómo el sol, antes de ponerse, acariciaba suavemente el maravilloso entorno de a Caleta. Cádiz, tantos sueños, tantos recuerdos, tanta adolescencia apasionada, tanto escalofrío en la piel, tanta gracia, tanta guasa, y rememoré con una sonrisa de oreja a oreja, aquellas cosas bonitas que me decía al oído mi gaditana preferida, mientras nos disfrutábamos en la orgía de un carnaval sin fin:
      "Cádiz es el carrusel de coros y el concurso del Falla y los ilegales y las papas aliñás y los discos del Melli y los burgaillos y la cañaillas y la piriñaca y la serpentina y los papelillos y el pitocaña, y los erizos y las galeras y los ostiones y las tortillitas de camarones, y la berza con tagarninas y las barbacoas del Carranza, y la Viña y el Mentidero y Torre Tavira y Puntales y Puerta Tierra y Cortadura, y la plaza Mina y una copita en el Manteca porque en Cádiz hay que mamar. Y el bombo de Paco Alba y el tío de la Tiza, y el pelotazo y el cajonazo y los guachisnáis y la levantera, y el caleti del bacalati con tomati, del Pacoli y del Mangoli, y el rubichi, y el jartible, y el manolete churrimangui del tupé bastiné palpité maletín perdulán baquetón sansón que quita las tapaeras del sentío. ¡Ea!
      Y con estos recuerdos y la generosa ayuda de mi una manzanilla de Sanlúcar que es una auténtica quitapenas, me miré a mí misma, me gusté por fin, abandoné los maullidos sentimentales, y acabé recuperándome para la causa. Ya no lamento que mis flechas no dieran en la diana, porque vuelvo a mi yo. Ya sé que ese yo nunca está solo, porque como dijo no sé quien, yo soy yo y mi circunstancia, pero mira por donde, tal vez gracias a este Cádiz que me quita las tapaeras del sentío, yo soy y mi circunstancia, sí, pero resulta que mi circunstancia también soy yo. Ahora te puedo decir sin lágrimas eso que a ti te sale tan natural, ese bye que antes odiaba y ahora es mi liberación.
      Bye.

3 comentarios

D -

Somos un sueño imposible
Que busca la noche
Para olvidarse en sus sombras
Del mundo y de todo
Somos en nuestra quimera
Doliente y querida
Dos hojas que el viento
Juntó en el otoño
Somos dos seres en uno
Que amándose mueren
Para guardar en secreto
Lo mucho que quieren
Peró qué importa la vida
Con esta separación
Somos dos gotas de llanto
En una canción

Nada más
Eso somos
Nada más

D -

Amistad,ten por seguro que si. Es interesante conocer personas nuevas,ademas...necesito recordar.
Sigo extrañandome,y hasta que me encuentre sere amiga de tu circunstancia.

Laura -

Creo que ahora, si estás recuperada para tu causa, te puedo decir lo que me he callado durante muchos días. Decirte que aquí me tienes, podríamos entablar las dos la relación que tú soñaste con ella y al final, no sé por qué, ni quiero saberlo, acabó mal. Atrévete a hacerlo conmigo y te aseguro que hagas lo que hagas, mientras sigas escribiendo así, mientras sigas diciéndome esas frases que le decías a ella y que te salían de lo más sensible de tu corazón, te aseguro que no te fallaré, no me iré de tu lado, dejaré mil lados vacíos de mi cama para que los ocupes, y ahora sí que te puedo cantar yo ese “ne me quitte pas” que tanto le cantabas tú a ella en estos últimos días. Perdona mi intromisión en tu vida, pero es que a base de contar tus sentimientos más íntimos, ahora resulta que tu vida es también la mía, y mira lo que son las cosas, yo no tengo un Cádiz que me cure la melancolía, pero resulta que aunque yo también soy yo y mi circunstancia, mi circunstancia no soy yo. Eres tú.