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A mí no me mires:

Súbito encuentro.

<center>Súbito encuentro. Vengo de las Baleares,
y en el autocar que me saca del avión y me lleva al aeropuerto,
me doy de bruces con Clara,
después de cinco años de no verla.
Clara fue unos de los grandes amores de mi vida, tal vez el más insensato, sin duda, el más inútil. Pero también, el más generoso. Perdí la cuenta de las veces que me entregué de lleno a ella, y le ofrecí, sin pedir nada a cambio, mi cuerpo y mi mente, mi sonrisa y mi pena. Ella lo aceptaba todo como lo más natural del mundo, sin apenas darle importancia. Y un día, con la misma pasividad con que estuvo a mi lado, dejó de estarlo, sin avisar siquiera, dejándome sumida en el umbral de la depresión.

Pues bien, la besé cariñosamente,
y entre sonrisas inicié una breve conversación cargada de tópicos,
donde no hubo por mi parte
ningún intento de reanudar con ella una nueva relación,
ni siquiera provoqué un intercambio de nuevos teléfonos.
Luego en el taxi, camino de casa,
busqué en lo más sincero de mi corazón,
algún rescoldo de mi antiguo cariño, pero fue en vano.
La sensación de comprobar, una vez más,
de que todo muere,
incluso el amor más desaforado,
curiosamente, me hizo reír.

He dormido mucho más gorda.
Mi autoestima ha subido cinco kilos.

1 comentario

En mi pellejo -

Me alegro por ti...
Es que el cinismo hace mucho bien a quien lo alimenta, a pesar de que causa sufrimiento a los que han de padecerlo a costa de nuestra felicidad.
Un abrazo.