Blogia
A mí no me mires:

Mi amigo gay.

<center>Mi amigo gay. César es mi amigo gay.
Un tesoro.
Por ser César y por ser gay.
Para nosotras, las lesbianas, un amigo así, no sólo es una excelente coartada para quedar bien en según qué sitios, y despistar al personal en según qué ambientes, es también el camuflaje perfecto, el cómplice de más de un plan de ataque, el confidente para todo momento y propósito, un amigo con quien poder compartirlo todo, sin que ninguno de los dos nos apropiemos de nada personal e intransferible. Respetamos nuestros terrenos de caza, nos comunicamos, nos queremos, y como tanto él como yo albergamos una pizca de morbosa bisexualidad, de vez en cuando, hasta nos permitimos algún que otro achuchón, algún beso apasionadamente loco, alguna caricia cercana al precipicio de la lujuria...y hasta aquí hemos llegado, porque ir a más, sería romper el exquisito jarrón de porcelana china, que forma nuestra unión casi perfecta.

César tenía un novio con empanada.
Ni salía ni se quedaba en el armario,
estaba instalado en el umbral,
por culpa de una pijirubia tontita de sonrisa lacia,
que solo quería casarse, casarse y casarse.
Para más inri, César fué testigo de esa boda sin sentido.
Y yo me convertí en su pareja de hecho,
para no dejarle solo ante el peligro
y para que no se derrumbara en mitad de la ceremonia,
al ver cómo el amor de su vida
se estaba malcasando con una tipa
que de su marido sabía lo que yo de las oropéndolas del Orinoco
(en el caso de que existan)
Luego en el banquete,
dejamos que la procesión fuera por dentro,
y montamos la mundial.
Nos pegamos el lote descaradamente,
nos metimos mano sin pausa ni respiro,
ante el escándalo de unos, y la envidia de otros,
mientras el novio no sabía qué hacer con la novia
y lanzaba a César miradas de celos asesinos.
Nos largamos a las tantas,
y después de una llantina,
dos cajas de kleenex
y una botella de Absolut,
lo metí en mi cama,
lo arropé como una mami,
y al día siguiente César comprobó con satisfacción
que se había quitado un inmenso peso de encima
y que de ese novio erróneo sólo le quedaba
una colosal resaca.

Ja!
Los amigos están para eso.

3 comentarios

donna -

tu historia me recuerda una peli, "el banquete de boda"...Ole por vosotros dos!

DaW -

Un saludo q hace tiempo q no te digo nada... a ver si me visitas :P

Claudio -

No tengo ninguna amiga de ese tipo, pero creo que es una suerte que tengas un amigo así, y más aún que él te tenga como amiga :)