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A mí no me mires:

Un vino para quienes no somos
ni lo uno ni lo otro.

Un vino para quienes no somos<br> ni lo uno ni lo otro. Julio, que tiene un corazoncito jerezano, me lleva a una de esas inmensas, históricas y viejísimas bodegas de Jerez, donde además del aroma del vino se respira señorío. A la hora de la cata, un vino me llama poderosamente la atención.
Es un “palo cortado”
Y yo, que no me corto, pregunto por qué se llama así.
Julio me responde:
El vino es un ser vivo. Nace, se desarrolla, agoniza y muere. Cuando aún está por criar, manifiesta una querencia. Si va para vino fino, en la barrica se marca con tiza un línea vertical, un palo. Si en vez de fino, el vino tiene tendencia a convertirse en un oloroso, más denso, compacto y aromático, entonces se marcan dos palos.
Y yo, que sigo sin cortarme, interrumpo.
Muy simplista veo yo este asunto. No todo en la vida es blanco o negro, malo o bueno, carne o pescado, oloroso o fino. Y tú lo sabes muy bien.
Julio, entre sonrisas, termina su explicación.
Ahí está el detalle. Algún año salen vinos bastante especiales. Vinos que no serán ni finos, ni olorosos, que tendrán las cualidades de los dos, pero manteniendo su propia personalidad. Entonces se marca la barrica con un palo vertical, tachado con otro horizontal. Y de ahí el nombre: Palo Cortado. Se suele decir que este vino no se produce, sino que sucede. Es un vino diferente, excepcional, y sobre todo, muy raro.

Ahora me explico mi querencia por este vino con querencia.
Porque es raro, raro, raro.
Como yo.

1 comentario

Claudio -

Así que estás cerquita... excelente.
Qué envidia me das; pedazo de vacatas que te estás tirando...